<Sumergido en el fracaso de mi éxito no fui capaz de
asumir la realidad>
Fue la frase que encontré escrita en mi cuaderno, una mañana
de domingo estaba al lado de mi cama, una reflexión de la noche anterior sobre “el
vacío de la meta”, sobre el siguiente paso, el siguiente peldaño a subir tras
lograr (De nuevo) completar una maratón.
Lo había logrado si, pero me sentía mal, en el final de un
camino. Superar ese límite no era imposible, pero si bastante complejo: Más
preparación, más inversión, más información, y sobre todo más “recortes” para
poder permitírmelo…
Y sé que soy capaz de saltar del barranco, planear sin
pensar y calcular bien mi plan.
Llegar hasta el final sin fijarme en el peligro potencial.
Bajar, caer, soñar, y jugar sin temer el resultado, sin
estar equivocado.
Pero llega un nuevo nivel, donde mi humildad y honestidad
aumenta.